Obra Social de la Provincia, prisionera del poder

Por Ricardo Mazzanti 
Médico 
El sistema de obras sociales y su noble fin, "entre todos ayudemos a devolver la salud de algunos", fue el puntapié inicial de un complejo sistema que nació en la década de 1950. En San Juan, aparece en la década de 1970 y lo que debería ser una organización con participación del estado y sus aportantes, terminó al poco de comenzar, controlada y regulada en forma dictatorial por un ejecutivo que no se diferenció entre estado de facto y estado de derecho, lo que demuestra algo de nuestra naturaleza fascista. Recordemos en cada nuevo gobierno su promesa incumplida de entregarla a sus verdaderos dueños.


Sin dar números exactos (creo que ni en la propia DOS los saben), alrededor de 50.000 aportantes con un promedio de $600 por cada uno, la suma podría acercarse a la friolera de $30 millones mensuales. Ese dinero, que debería usarse en forma íntegra en salud ya que no son épocas de distraer dinero a temas de esparcimiento y otros fines, primero pasa a "rentas generales", o sea, a discrecionalidad del gobierno, el que obviamente no rinde cuentas a nadie y menos en estas épocas de políticas arrasadoras dónde el "tribunal de cuentas" mantiene sus cuentas borradas por el plumazo del poder.

La obra social más importante de este pueblito del oeste sud americano, sin vaqueros pero con muchos forajidos, permanece secuestrada en una intervención infinita y sin vista a un futuro distinto, sin que los verdaderos dueños de esos dineros puedan criteriosamente destinar un uso racional para el bienestar general.

Este mostruito pulposo va dejando de ser el ente de protección cuidado y amoroso para convertirse en forma abrupta en una especie de policía social, adónde sufre el prestador como el beneficiario. El prestador que debe subordinar su trabajo a la voluntad unidireccional de un jefe, obviamente todos sabemos que sería el actual Ministro de Salud y su subordinado inmediato y títere de esta voluntad anti médica, el interventor de la DOS. Los entes recaudadores, Colegio Médico, Asociación Médica Sarmiento y Clínicas y Sanatorios, verdaderos abstemios a la hora de reclamar mejoras ante las narices achatadas de recibir portazos.

Por otro lado, los supuestos beneficiarios, o sea, todos nosotros o al menos unos 160 mil sanjuaninos, de los cuales una minoría deben hacer uso frecuente y otros muchos que solo lo hacen en la eventualidad remota, deben y debemos sufrir los embates de un ejército de empleados adiestrados para decir "no" o al menos poner tantos troncos en el camino que termina siendo un calvario como el de Jesús, aunque de latigazos morales y esto no es un decir, dentro de la DOS hay una oficina especialista en encontrar cualquier defecto en las órdenes de pedidos o acciones médicas y rechazar prácticas realizadas, lo que en la generalidad de las veces termina fagocitando el honorario médico, o sea, la Dos se ríe de esos profesionales y les hace el famoso y desagradable "siga participando" o dicho de una manera mas lunfarda, les roba los honorarios y a llorarle a Balverdi, solo que éste ya tiene cáscaras en los oídos después de 17 años de abuso de poder.

Los enfermos que deben recurrir a esta Obra Social y penar para lograr sus medicamentos, las autorizaciones de estudios y cuanta cosa sea requerida y que muchas veces debe concurrir a la justicia, una justicia benefactora en gran parte para el estado monstruo que engullo todos los resortes de poder y que hace a su antojo lo que su paranoia le dicta. Pseudo autorizaciones tecnológicas que terminan siendo un dolor de cabeza, colas que aterrorizan a cualquiera que debe hacerlas, como entrar a las puertas del infierno, pluses que el propio estado cobra al expender recetas y consultas y que debería ser escrachado tal como lo hace con algunos médicos que en forma aleatoria desea escrachar y castigar como si fueran los forajidos buscados con precio sobre sus cabezas.

La Obra Social de la Provincia, si, la que debería ser controlada y gerenciada por sus verdaderos dueños, los aportantes o si quiere, por los tontos que recibimos feroces descuentos de nuestros haberes por recibir migajas, sin desvíos algo extraños, que hacen al menos que uno sienta el manoseo poco escrupuloso y teñidos de historia de abusos en la política Argentina de los últimos años o de lo generacional que nos toca.

Sencillamente podemos decir, la gran oportunidad de poder discutir y adecuar valores justos para la parte actora de los profesionales y excelencia controlada por parte de los beneficiarios del sistema de atención y adecuar tecnológicamente el sistema para facilitar lo que debería ser fácil, es decir el acceso a la salud sin más vueltas que presentar una tarjeta como en las pre pagas, todo se pierde en la estúpida burocracia que se le ha imprimido a este sistema de seguridad social que hace ya varios años dejó de ser de "libre y de rápido acceso", para convertirse en la dura Obra Social de Balverdi y Delgado.