Por E. Simón
El progresista Víctor Hugo Morales, hoy contratado por los gobiernos de Argentina y Venezuela para hacer un programa de fútbol desde el Mundial de Brasil para los canales Encuentro y TeleSur, es portador de un pasado al menos dudoso. Bástenos remitirnos al Mundial de Fútbol de 1978, realizado en Argentina por la Junta Militar. El uruguayo progre nunca explicó del todo su excelente relación con generales de la dictadura uruguaya y las flores que derramó sobre los militares argentinos.
Año 1978. Argentina: días negros. Mientras se secuestraba y mataba a ciudadanos civiles, se hacía creer al mundo que eramos "derechos y humanos". Nadie que haya vivido en territorio nacional por aquellos años podrá olvidar aquella calco pegada en los parabrisas de los autos que decía: "Los Argentinos somos Derechos y Humanos". Que los parió, que caterva de hijos de tupa. Eran unos asesinos atolondrados con ínfulas de grande generales.
A pesar de haberse convertido hoy en un defensor a ultranzas del kirchnerismo, Victor Hugo nunca explicó del todo su excelente relación con generales de la dictadura uruguaya y las flores que derramó sobre los militares argentinos. Veamos que dijo en aquella gris ocasión en que, mientras se jugaba el Mundial 78 él hacía su trabajo. En la publicación llamada Mundocolor, Víctor Hugo escribió el 11 de mayo de 1978 que “el gobierno argentino no mató a nadie para organizar el campeonato”. Ya una vez ganada la copa por la selección que conducía Menotti, el uruguayo progre escribió que los jugadores argentinos eran "soldados, ganaron la batalla y la guerra, trajeron la paz y la esperanza, la reconciliación y la confianza". La fe mueve montañas, suelen decir por ahí, pero la plata mueve al mundo, de eso no cabe duda.
Hoy Morales se presenta como un adalid de la defensa de los Derechos Humanos. Nada más torcido y distorsionado. En el libro El intruso, escrito por él mismo y publicado en 1979, decía lo siguiente: “El Mundial de Argentina fue una experiencia formidable. Se organizó prescindiendo de los dirigentes de los clubes, con la exclusiva conducción de gente que sólo pensaba en el deporte del país y no en las minúsculas rencillas que también caracterizaron siempre el panorama futbolístico del vecino país". La genuflexia a los asesinos represores argentinos seguía así: "Desde la soberbia fiesta de inauguración, hasta el último minuto que duró el torneo, estuve asombrado por el despliegue inteligente, unificado, fervoroso, de los argentinos en torno al evento. Para mí quedaba demostrado una vez más que no existían los imposibles en el fútbol cuando se tiene una conducción capaz y desinteresada”.
El día 4 de julio de 1978, en la publicación Mundocolor, el progre Morales escribió:"Nuestros vecinos hicieron nada menos que un mundial y en el futuro servirá como modelo de organización el esquema, la infraestructura y hasta el espíritu de los argentinos. Como broche de oro a tan destacado proceso, bien respaldados desde arriba, sus jugadores y Menotti pudieron trabajar como quisieron para ganar finalmente el campeonato. Nombres desconocidos hasta ahora como los de (el general Antonio) Merlo y (el vicealmirante Carlos Alberto) Lacoste, sustituyeron a los eternos mandamases de siempre".
Bien ahí, don Morales, usted sí que sabe usar las palabras y las cosas. Seguiré pagando mis impuestos para que usted pueda seguirle facturando mucha plata al Estado argentino. Al fin de cuentas, siempre fue así. El país es una bolsa gigante: unos ponemos plata y otros, como en su caso, sacan. Así nos va.