En junio las ventas de alimentos y el resto de los productos de la canasta básica cerraron con una baja en volumen por sexto mes consecutivo.
El "modelo de acumulación de matriz diversificada e inclusión social" que impulsa el Gobierno perdió el invicto en materia de consumo. Por sexto mes consecutivo, en junio las ventas de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza cerraron con bajas en volumen y, de esta manera, completaron el primer semestre con resultados negativos desde la crisis de 2002/2003.
La aceleración de la inflación que se inició en enero de este año logró lo que no había pasado con la crisis internacional de 2009 (que se reflejó en una caída del PBI ese año, pero no del consumo) y por primera vez la demanda de los productos de la canasta básica sufrió un retroceso, lo que muestra el impacto que tuvieron los aumentos de precios en el poder de compra de los salarios.
Si bien se trata de datos provisorios, en junio las ventas de alimentos y del resto de los artículos de primera necesidad sufrieron una caída de entre 1,5 y 2% en volumen, respecto del mismo mes del año pasado y, de esta manera, el semestre terminó con un descenso de 0,7% interanual, según el estudio que presentó ayer la consultora CCR.
La baja en las ventas atravesó a todos los canales, pero se sintió con especial fuerza en el llamado canal tradicional (almacenes, negocios de barrio, pequeños autoservicios), que en junio sufrieron una caída interanual de 2,5 por ciento.
El descenso en las ventas de junio además fue el mayor del año, por lo que desplazó así al segundo puesto a la caída de 1,4% que se había registrado en mayo pasado.
A la hora de explicar la caída de la demanda no hay demasiados misterios y todo apunta a la inflación. "Está claro que los aumentos de precios les ganaron a las paritarias, con una suba interanual en los precios de los alimentos de 43%", explicó José Amodei, director de CCR, al presentar el informe.
Si bien la baja en el consumo también es generalizada a nivel nacional, en CCR destacan que el mayor impacto se sigue sintiendo en el interior del país. "Así como el interior fue el primero en reaccionar con una recuperación del consumo en 2003, hoy también es la región pionera en sufrir la crisis. Las primeras señales del freno en las ventas se empezaron a ver a mediados del año pasado y se profundizaron durante los últimos meses, incluido el cierre de muchos comercios minoristas", explican en CCR.
La caída en el consumo es acompañada por un cambio en el mix de compras de los productos de la canasta básica. A contramano de lo que sucede con la mayoría de las categorías, los alimentos básicos continúan mostrando números positivos, con subas muy fuertes en algunas categorías como galletitas, fideos y yerba mate.
En cambio, los rubros más sofisticados registran caídas estrepitosas, como los alimentos congelados -que entre enero y mayo de este año tuvieron una caída de 7,3% en su volumen de ventas- o los artículos de tocador y cosmética (-3,9 por ciento).
En CCR además proyectan una segunda mitad del año sin grandes cambios en materia de consumo. "Según nuestras estimaciones, el año cerrará con una baja de 1% en el volumen de ventas, lo que implicaría el primer resultado negativo desde 2003", señaló Amodei.
La baja en las ventas es acompañada por cambios cada vez más marcados en los hábitos de consumo y una sensación generalizada de que la economía nacional y personal marcha cada vez peor.
"Hay un malhumor generalizado, y tres de cada cuatro argentinos creen que el país puede vivir una crisis en 2015", explican en CCR, sobre la base de una serie de entrevistas y trabajos de campo que hacen todos los años y que presentan con el nombre de Pulso Social.
"La idea que marca el consumo es que hay que recortar los gastos y esto explica, aunque sea en parte, el alto impacto que tuvo el programa Precios Cuidados. La gente, en general, lo valora positivamente porque está alineado con la idea de que hay que cuidar los gastos", explican en CCR.
Según el estudio, en los últimos seis años se verifica una caída sostenida del poder adquisitivo de los salarios, por lo menos en la percepción de los propios consumidores. Y para el 72% de los hogares argentinos en el último año se produjo una baja en su poder adquisitivo, contra el 67% que alertaba sobre el mismo problema en 2013 y el 46% de 2009.
El correlato de la pérdida de los salarios reales es una baja en el porcentaje de la población que asegura que está ahorrando. Hasta el año pasado, el 30% de los consumidores declaraba que tenía un sobrante de dinero todos los meses y este año la incidencia de estos hogares se redujo al 24 por ciento.
Aunque el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de Economía, Axel Kicillof, han afirmado en las últimas semanas que la inflación se está desacelerando, los ciudadanos no parecen percibir esa tendencia. Según la Encuesta de Expectativas de Inflación de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), los argentinos creen, en promedio, que en los próximos 12 meses los precios aumentarán 37,4%. El resultado es 2,1 puntos mayor que el que se registró en la encuesta de junio.
Según el informe de la UTDT, las expectativas de inflación subieron 4,5 puntos porcentuales en el conurbano bonaerense, donde llegaron al 39,3%. En la Capital Federal, subieron 2,9 puntos, hasta 35,1%. Por el contrario, en el interior la inflación esperada cayó 2,3 puntos porcentuales y se ubica en 35,2% anual. Por sectores socioeconómicos, las expectativas subieron 1,6 puntos en los de menores ingresos, hasta 38,3%, mientras que en los sectores de mayores ingresos se espera que los precios aumenten 33,9% en los próximos doce meses, es decir, 1,2 puntos menos que en la encuesta anterior.
El informe de la UTDT señala que julio "es el octavo mes consecutivo (de diciembre de 2013 a la fecha) que las expectativas en promedio se encuentran por encima del 35%". Los analistas privados también creen que al finalizar 2014 la inflación anual superará ese nivel.