Por Guillermo Alamino
Una vez más, un pueblo de nuestro país se manifiesta contra el extractivismo alentado por el Gobierno junto a grandes empresas. Esta vez, el protagonismo en la lucha fue de la comunidad jachallera que expresó su rechazo a la instalación de un emprendimiento minero de explotación de uranio en La Ciénega. De esta manera, Jáchal optó por la vida y la defensa de sus bienes comunes.
La empresa minera Latin Uranium S.A. quedó sorprendida cuando se encontró con cientos de vecinos, que cuestionaron su proyecto minero de explotación de uranio. Este se llevaría a cabo en el Área Protegida de La Ciénaga, declarada por la Ley Nª 7640, donde se prohíben aquellas actividades que pongan en peligro la integridad de la flora, fauna, geología y arqueología del lugar. Sin embargo, las autoridades provinciales manifestaron su intención de modificar la normativa, con el objetivo de cumplir con los intereses de la compañía minera.
Las explotaciones de uranio dejan desechos tóxicos y restos minerales con componentes radiactivos, que pueden perdurar durante cientos de años. También consumen enormes cantidades de agua que pueden poner en peligro su disponibilidad y calidad para el consumo humano o la agricultura. En cambio, una alternativa económica interesante es el turismo, que generaría puestos de trabajos estables, en forma sustentable y perdurable por muchos años más que la minería.
El pasado viernes 27 de febrero, el pueblo de Jáchal le dijo "No a la Explotación de Uranio" en una asamblea realizada en la plaza departamental, que tuvo una gran convocatoria. No solo participaron gente del lugar, sino también muchos que viven en otras partes de San Juan.
Hoy Jáchal es un ejemplo de movilización popular, así como también Pocito, Esquel Famatina, Malvinas Argentinas en Córdoba o Neuquén. Muchos lugares de San Juan se han convertido en zonas de sacrificio y la sociedad está tomando conciencia de esto. Esta vez nos toca a nosotros ser protagonistas de una lucha, que marcará la historia de San Juan.