La radio hoy: mucho humo y poca voz

Por Eugenio Krakovsky 
El uso de la radio como objeto de compra-venta de mercancías ha devaluado la función expresiva y estética del medio. En cuanto a grupos monopólicos instalados refiere, como ya diría Antonio Pasquali a su concepto restringido de comunicación - y si nuestro ideario es la pluralidad de voces -: “La relación de comunicación es soberana y por excelencia el verdadero diálogo inter-pares, en plena libertad. En condiciones públicas o privadas. En este contexto se puede dar, al parecer, el auténtico diálogo donde se desarrollan políticamente hablando las condiciones de una verdadera democracia”.

En este orden, un posible deterioro del mensaje radiofónico, puede deberse a la implementación del modelo neoliberal menemista, la industria de los 90, donde se concentró en grupos multimedia la inversión rentable. Este razonamiento ha sobrevalorado excesivamente el concepto de “radio-servicio”, dejando en un segundo plano “radio-compañía”, “radio-emoción”, “radio-arte”. Este es el caldo estilístico que soporta e impulsa el desarrollo de los denominados “medios masivos” hasta nuestros días y la constitución de la tecnología general de mediatización del sonido y de la radio en particular. Una rama del arte debe siempre ir acompañada de un costado humano, noble y saludable. En el cual se persiga un fin solidario para con la sociedad, el de Dar testimonios en momentos difíciles como mencionara el lucido Rodolfo Jorge Walsh.

Pensamos en un formato dinámico, donde la pluralidad de voces sea el actor principal, siempre con un tinte popular, donde se contribuya a la construcción de la memoria, en un modelo socio-cultural. Consideramos a la audiencia en el marco donde se plantea el proyecto, y eso no es algo sencillo, parece aún más complejo. Se realizó una serie de encuestas que indicaron la existencia de un público desinteresado del campo del conocimiento y no así, en cambio, de programaciones definidas como “la palabra vivida”, una temática que hacen de esta un programa por sí mismo. No obstante, surgieron escasas excepciones, de pequeños grupos dispersos, que intentan producir desde un sector más under, como aquellas emisoras de barrios hoy conocidas como Emisoras Populares.

En el relevamiento, también se consultó sobre el mero deseo de sintonizar un espectro, en lo que se llega a una escucha distraída, como si el dial se desplazará mágicamente. En otro extremo, un gran porcentaje de jóvenes reflejó que su acercamiento a la emisora surge desde una red social al ingresar al link de una radio. Algo lamentable para quienes buscamos simplemente "el decir". Se comprende, entonces, que en San Juan existe una insuficiencia de contenido en el espectro radial, solamente encontramos sencillos oradores, en su gran medida solventados con dadivas oficialistas; y en el peor de los casos emisoras que reproducen un sin número de mensajes vagamente vacíos.


Esto debe venir a purgar la Ley de Medios
Suponemos el término “Radio del Nuevo siglo”, un espacio de reflexión hacia la palabra hecha voz, desde cualquier punto, con una serie de sonidos múltiples que posibilitan un conocer mejor el mundo de los sonidos. Es un paso a favor de las utopías de varias generaciones en materia de comunicación social. Bajo este concepto cargado en materia de cultura, “la poesía del espacio” establece una agenda que desprende del mundo ficcional, entrelazando la cruda realidad que despenan los mercenarios de la comunicación. “No hay que olvidar que el lenguaje radiofónico es palabra imaginada. Y hay que aprender a pensar con el oído, a redescubrir el sonido y la rima, esto es la música”.

Lo que se necesita es garantizar que se haga realidad, en sentido estricto, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Esta ley viene, en nuestro opinión, a reparar años de discurso dominante, de censuras, de condicionantes publicitarios en el Periodismo y la Comunicación. Viene a cumplir lo que pedimos por varias décadas, desde el Nuevo Orden Mundial para la Información y la Comunicación en 1975. Necesitamos militar por Radios con objetivos concretos, que garanticen mensajes radiofónicos de promoción de Derechos Humanos, que representen la concreción de demandas sociales y no solo la propaganda política. Radios que produzcan agenda temática propia, y construyan discursos en base a fuentes diferentes. Si no es así, habría que preguntarle al director del AFSCA, el porqué de la ausencia de Radios Comunitarias. No hay que confundir una radio privada, disfrazada de comunitaria.