El mejor homenaje a Sarmiento es que dejen de robar

Ilustración: Jorge Rodríguez.
Por E. Simón 
Llega la semana sarmientina. Aparece todo tipo de alimaña, cuervos, psicópatas, ladrones de medio pelo y funcionarios mediocres para hacer la parodia del homenaje solemne. Podría ahorrarse tanto protocolo y sintetizar el culto a Sarmiento con una sola acción: dejar de robar.

Ahí los vas a ver a los traidores a la patria, los que regalan el oro y las riquezas por apenas el 3 por ciento. En los diarios se verán pulular todo tipo de alcahuetes. Desde gerentes de mineras canadienses otrora militantes de izquierda y hoy cipayos (perdón Julito, hacía tiempo que quería rayarte el auto), hasta periodistas obsecuentes y funcionarios coimeros enmerengados en la misma pasta. De la buena, claro, pero pasta base al fin.

El gobernador, seguro, pondrá su tradicional (después de 10 años regenteando el feudo se ha convertido en una tradición) cara de Hombre Patria, Hombre Probo al servicio de los cuyanos. Qué digo de los cuyanos: de los argentinos bien nacidos y de los otros también, que hay muchos y están metidos en todas partes.

Uno, que busca lleno de esperanzas, sería capaz de aplaudir de pie al funcionario que decida devolver la plata que se robó. Sería un acto casi heroico en estos tiempos. Sería, creo, un verdadero homenaje a Sarmiento, que no se llevó ninguna y que, más allá de todas las críticas que podríamos hacerle, fue un estadista adelantado a su tiempo. De derecha, sí. Algo racista, sí. Virulento, a veces. Lo cual no le quita mérito a todo lo otro que hizo.

Me imagino a Marcelita ahora imprimiendo esta nota para llevarle la copia a Julito, el ex militante del PI (Partido Intransigente). Te acordás Julito cuando cantábamos en el local de General Paz y Tucumán: "PI, PI, PI, PI, PI, PI / Partido Intransigente / PI, PI, PI, PI, PI, PI / Alende Presidente", eran los gloriosos años 80, mi querido Juli. Las cosas cambiaron, entiendo, te importa la plata, el oro y el gobernador de turno. Es verdad: alguien tiene que pagar el country de fin de semana.

Ahora vamos con lo que te toca, Turco. Yo sé que no te da para hablar de frente, para discutir sobre honestidad, corrupción, vendepatrismo, bonapartismo o lo que vos quieras. Es mejor censurar a la sombra, como sabés hacerlo vos, y sólo vos, cuando El Vale Cuatro te ordena. Está bien, también te entiendo: laburar para un coimero debe ser difícil porque, me imagino, tendrás que andar tapando agujeros todo el día para que no se note el chorro de guita que pasa bajo la pata de quien te tiene bajo la pata.

Bueno, la nota se termina, es como un programa de radio corto. Muy corto. Uno que apenas dura un día y lo levantan. Si se me permite, y no es tomado a mal: un saludo para Julito Intransigente, para Marcelita que algún día recogerá su dignidad del piso y podrá volver a tener la mirada franca que una vez rifó por unos pesos, saludos a El Flaco, que se nos fue una madrugada de censo, a El Flaco que sigue vivo y es más vivo que todos los vivos juntos, y, si me queda un segundo, quisiera dedicarle el último tema a un funcionario de peso en el Gobierno: a vos Walter, que siempre estás sopesando argumentos y cifras, y que te movés con la agilidad de una tortuga en la arena, mucha suerte con lo tuyo, con la radio, digo; buena onda. Colón es una radio querida por todos en San Juan.

Ahora sí, nos vamos. Espero se haya entendido el mensaje. Sino, hago el intento de nuevo. Es sencillo: El mejor homenaje a Sarmiento es que dejen de robar.