El ministro de Economía Axel La Joven Guardia Kicillof salió airoso de su disputa con El Seco Echegaray, luego de reunirse dos horas con Cristina La Muchacha Progre y con Todo Terreno Capitanich.
El equipo económico dejó nuevamente expuestas sus peleas internas. A pesar de que Cristina Kirchner intentó unificar criterios con el nombramiento de Axel La Joven Guardia Kicillof como ministro de Economía, la permanencia de Ricardo El Seco Echegaray en la AFIP provocó finalmente el primer cruce fuerte entre ambos. Debilitado, el jefe del organismo recaudador jugó su propio partido sin consultar a la Presidenta, analizaban anoche funcionarios con conocimiento de la dinámica del poder. Finalmente, terminó terciando la propia jefa del Estado en favor de Kicillof y descartó los cambios que impulsaba Echegaray en el cálculo del impuesto a los bienes personales. "La interna está relacionada con haber mantenido a Echegaray", explicó un funcionario del área económica. Del lado del jefe de la AFIP insistían anoche en que la propuesta sobre la modificación del gravamen había estado bajo análisis y que finalmente Cristina Kirchner tomó una decisión.
El nuevo esquema de poder que había ideado la Presidenta para estos meses de baja actividad, tras su licencia médica, chocó de lleno con la permanencia de Echegaray, sobre todo porque Kicillof no pudo hacer pie en la AFIP después de haber incorporado funcionarios de su riñón en casi todos los espacios económicos. En la Casa Rosada, la mayoría de los funcionarios se mostraban ayer sorprendidos por el tenor de la contradicción en la que quedaron envueltos el ministro de Economía, el titular de la AFIP y, de rebote, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Apenas pisó la Casa Rosada minutos antes de las 19, la presidenta Cristina Kirchner convocó a una reunión en su despacho con Kicillof y Capitanich. Ya se había reunido con el titular del Palacio de Hacienda por la mañana, en la quinta de Olivos, y le ordenó salir a desmentir a Echegaray. Después de dos horas de charla en el despacho presidencial se acordó que fuera Kicillof quien llevara adelante la voz oficial y el jefe de Gabinete le explicó a Cristina sus palabras de la mañana. Entonces, había avalado la posibilidad de que se enviara un proyecto de ley al Congreso con los cambios en el gravamen e, incluso, desmintió que él, que el día anterior había negado tal iniciativa, tuviera alguna contradicción con el jefe de la AFIP. "Ese proyecto no fue elevado, va a ser elevado para el tratamiento en sesiones extraordinarias y por lo tanto no hay ninguna contradicción [con Echegaray]", dijo en su conferencia matinal. A tal punto avanzó que sus palabras fueron durante todo el día la noticia central de información de la página oficial de Presidencia.
Con la posterior desmentida de Kicillof, el tema fue relegado. "Capitanich quedó en el fuego cruzado por falta de información", admitió una fuente sobre el rol del ministro coordinador. La interna entre Kicillof y Echegaray es una herencia del anterior esquema. El ministro de Economía había convencido a Cristina Kirchner de que tenía funcionarios para nombrar en todas las áreas económicas y que eso ordenaría la gestión, previo a su nombramiento al frente del Palacio de Hacienda, en noviembre último. La Presidenta aceptó y corrió a Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio Interior; a Mercedes Marcó del Pont, del Banco Central, y a Hernán Lorenzino, del Ministerio de Economía. De aquellas cinco cabezas sólo quedó Echegaray.
Quienes más conocen el funcionamiento del Gobierno creen que tras el escándalo por el viaje a Río de Janeiro y las agresiones a tres periodistas del canal TN por parte de allegados a Echegaray, el titular de la AFIP buscó retomar la iniciativa propia sin consultar a la Presidenta. Tampoco es la primera vez que queda desautorizado. Hace tres meses, Moreno le ganó la pulseada y logró imponer su postura y prorrogar el blanqueo de capitales a pesar de la resistencia pública de Echegaray. Hasta ahora, en la Casa Rosada consideran que la Presidenta lo mantuvo en su cargo porque tampoco tiene a mano una figura de peso para reemplazarlo. Tanto él como Juan Carlos Pezoa, el secretario de Hacienda, quedaron relegados del esquema de funcionamiento que armó el ministro de Economía con su empoderamiento por parte de Cristina.
Con poco de inocencia, Kicillof mostró su poder y dijo que ni él ni la Presidenta avalaban los cambios propuestos por Echegaray. Incluso, fue un poco más allá y dijo que iba a llamar al titular de la AFIP para explicárselo. Pero el llamado no llegó ni tampoco hubo contacto entre Echegaray y Cristina, comentaron cerca del funcionario. Por ahora, nadie en la Casa Rosada se animaba a descartar algún cambio en el elenco de gobierno después de las diferencias públicas que dejaron expuesta la tensa relación de Kicillof y Echegaray.