Cuando la primavera da frutos podridos

Por Roberto Ferraris 
(desde Inglaterra)
En ocasiones nos quejamos de que las cosas en Argentina van mal pero hay quienes verdaderamente la están pasando peor. Este es el caso de en donde la “primavera árabe” ha dado frutos podridos. No por esto hay que bajar los brazos y dejar de intentar tener un futuro mejor pero si hay que tener en cuenta algunas cosas para no dejarnos llevar por la violencia subsidiada y caer en la misma situación de Libia o Siria.

En el caso libio se asiste al cambio de pasar de tener un dictador a tener decenas de ellos distribuidos en grupos tribales o milicias  que manejan su territorio como el “señor matanza”. Algunos de estos grupos tienen vínculos en el terrorismo internacional y controlan el débil gobierno central a través de amenazas, secuestros y otros géneros de violencia. Los medios hablan de 1700 grupos armados que tienen sus propias cárceles y arsenales.  Esto por supuesto no es económico de mantener y las fuentes de finanzas son provenientes del exterior, gobierno, petróleo y actividades criminales como los secuestros y usurpación de bienes. En las cárceles milicianas los grupos tienen encerrados desde hace 3 años a prisioneros que usan como trofeos o fuente de ingresos económico (robo de bienes o pedido de rescates).

Miles de opositores o ex miembros del gobierno Qaddafi permanecen reclusos en prisiones improvisadas sin ningún tipo de juicio justo. Algunos de los que intentan remediar o evidenciar la situación de los detenidos como la abogada Salwa Bugaighis o el periodista Muftah Abu Zeid han sido asesinados impunemente por miembros de las milicias.

En medio a este caos las disputas armadas en las calles de Trípoli se han vuelto cosa de todos los días. Un simple accidente de tránsito puede desencadenar en una pelea al ritmo de Kalashnikov. Es común por ejemplo que si uno vende un inmueble de un cierto valor, la información se filtre a alguno de los grupos tribales y luego esto desencadene en secuestro y pedido de rescate.

Hoy mismo, 15 de julio 2014, el aeropuerto de Trípoli ha sido destruido en una pelea entre la milicia Zintan y uno de sus rivales que intentan quitarle el control. La reapertura del aeropuerto tardará meses y además deja a la ciudad con un 90% menos de su flota área.

Desde el 2011 al día de hoy han pasado ya seis primer ministros (tres de ellos en los últimos 4 meses). Entre ellos, Ali Zeidan quien fue secuestrado y Abdullah al-Thani quien renunció denunciando un “ataque a traición”.  En mayo el parlamento fué atacado una de las milicias que derrocó Qaddafi en un intento de incrementar su fuerza en las decisiones de gobierno.

Como es de esperar la economía Libia va en acelerado declino y hacia la total dependencia del débito internacional. El débito volverá a libia una colonia de sus mayores acreedores.

Y como es de esperar los políticos del mundo (al menos de la parte del mundo que financió o financia la primavera) no habla de la situación. Han tirado la piedra y después escondieron la mano. Quizás la vergüenza haga que permanezcan callados.

¿Pero cómo se podría generar algo así en Argentina o cualquier otro lugar del mundo? Muy fácil. De hecho ya se ha sufrido de esto muchas veces en el pasado. Basta solo el financiamiento o apoyo externo a algún grupo violento (llámese militares, guerrilleros, bolcheviques, talibanes, etc.). Quizás el grupo violento ni siquiera sabe la causa madre por la cual es financiado. Hay que tener cuidado de no caer en la trampa porque la vieja estrategia de “Divide y reinarás” sigue muy vigente.

Vigentes son también las advertencias del Martin Fierro de que si entre hermanos se pelean los devoran los de afuera.