Por Roberto Ferraris
(desde Inglaterra)
El tema de la inmigración parece ser un tópico caliente de estos tiempos modernos pero en realidad lo vemos incrustado en cosas tan antiguas como nuestra constitución: “…para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”.
Los países abren y cierran sus puertas según el humor de sus ciudadanos o las políticas al corto o largo plazo. En Europa por un lado tenemos los partidos con tendencias xenofóbicas como la Lega Nord en Italia o Ukip en el Reino Unido, que alientan un bloqueo total de la inmigración aludiendo que los venidos de afuera “roban” los trabajos a los
locales y abusan del sistema social.
Por otra parte están los partidos de veta socialista como el PD o el Abour Party que resaltan los beneficios de la inmigración controlada como la importación de cerebros que ahorran al estado al menos €200,000 por persona si hablamos sólo de educación pre-universitaria y beneficios sociales anteriores a la mayoría de edad. Además, señalan que en promedio aportan en impuestos más de lo que los gastos generados por el sistema social. En casos extremos de balance entre aportado y recibido, tenemos a Israel, donde los palestinos aportan gastos jubilatorios pero no tienen derecho a la misma.
Países como Australia, Canadá, EE.UU. han desarrollados complejos sistemas de visas por cupos, talentos, edades y nacionalidades donde además se intentan aplicar vetos a quienes tienen antecedentes criminales o no se demuestran como “personas de buena voluntad”. En la Unión Europea, desde que se han abierto las fronteras, se produjo un flujo de personas desde las zonas de más disponibilidad de mano de obra como ahora Grecia, Rumania o España hacia los países más sedientos de trabajadores como el Reino Unido, Holanda o Alemania. El permiso de residencia a inmigrantes fuera de la Zona Euro ha sido limitado a “talentos excepcionales” ya que el flujo interno en teoría puede suplir los recursos necesarios para el crecimiento. La migración de trabajadores desde países como India o Paquistán hacia el Reino Unido son cosa del pasado.
Tocando el tema del combate a la inmigración ilegal en Europa podemos decir que, por un lado tenemos la visión humanitaria de ayudar a los países más desfavorecidos a través de la promoción de la educación y desarrollo, y por otro quienes promueven la construcción de “muros” para blindar el continente. La visión humanitaria global se ve frenada a nivel gubernamental principalmente por el pensamiento localista o imperialista que impulsa invertir recursos solo en el desarrollo local y evitar futuras amenazas a la hegemonía.
Una línea de pensamiento que se puede también mostrar totalmente opuesta a la humanista es la llamada “Peace keeping” (Misiones de Paz). Por ejemplo, después de los bombardeos de la ONU a Libia, para facilitar el derrocamiento de Gadafi, el país ha quedado inmerso en una guerra civil (ver artículo “Cuando la primavera da frutos podridos”) y el flujo de “balseros” desde a Italia ha aumentado de 35.000 personas anuales (cifra hasta el 2013) a más de 200.000 para los primeros 6 meses del 2014.
Supongo que en Argentina también habría mucho debate político si a algún gobierno sugiere invertir en combatir el desempleo y fomentar el desarrollo y educación en Bolivia para minimizar el flujo de inmigrantes hacia nuestro país pero bueno... eso no quita que no sea la cosa más “humana” para hacer.