Cinco pasos para deshacerse de los sindicatos

Por Roberto Ferraris 
(desde Inglaterra) 
Con frecuencia se critica el accionar de las asociaciones sindicales y sus dirigentes. El terreno ganado en el tema social/laboral (limitación de horas de trabajo, protección de menores y embarazadas, etc.) se ve oscurecido en ocasiones por la corrupción o el uso de violencia (ver Jimmy Hoffa, curiosamente el ídolo de Moyano).

Otros aspectos controvertido de los sindicatos han sido su uso con fines políticos o que en el intento de búsqueda del bien del trabajador (aumento de sueldo, evitar reducción de personal, etc.) se pueden crear situaciones que terminen con la fuente de trabajo o se fuerce a continuar mantener una actividad económica insostenible (fabricar máquinas de escribir, explotar las minas subterráneas de carbón, etc.).

A pesar del título provocador, esta no es una propuesta de deshacerse de los sindicatos sino que es un intento de explicar cómo se realizó en Inglaterra el proceso de debilitación de las fuerzas sindicales que tuvo inicio durante el gobierno de Margaret Thatcher. Ella se tomó muy en serio su batalla. Se refirió a ellos como una “mafia politizada” y señaló que “Tuvimos que luchar contra el enemigo exterior en las Malvinas y ahora tenemos que luchar contra el enemigo interior, que es mucho más difícil de combatir pero que resulta igual de peligroso para la libertad”. Además de su determinación tenía el electorado que evidentemente la apoyaba en sus batallas ya que fue elegida tres veces.
 He aquí algunos de los pasos que marcaron los cambios en la situación sindical.

1 - Limitar las medidas de fuerza: Se prohibieron los paros por “simpatía”, restringieron  los piquetes   y se requirió votación del 80% los miembros para poder realizar medidas de fuerza. Se les dio a los dadores de trabajo posibilidad de pedir interdictos y de demandar por daños a los sindicatos por la realización de medidas ilegales. Los sindicatos deben resarcir además a miembros que han sido “disciplinados” por no haber adherido a la medida de fuerza.

2 - Restar poder económico: Se trató de erosionar el mayor número de miembros. Desde la época de Thatcher a hoy los miembros de sindicatos ha pasado de 13 a menos de 6 millones . Esto tiene también explicaciones en cambios sociales y el declino/desaparición de áreas altamente sindicalizadas como el sector público, la manufactura, acero, minería y puertos. La asociación a un sindicato en Inglaterra es opcional.

3 - Disminuir el poder político: Esto quedó parcialmente en el tintero. Los sindicatos han hecho aportes económicos a al partido Laboral pero a pesar del descontento de los Conservadores esto nunca se pudo suprimir. Varios sindicalistas han pasado al plano político dentro del partido Laboral pero no siempre jugaron de su parte. Los gobiernos laboristas se han negado a revertir las leyes al estado pre Thatcher.

4 - Redireccionar el instinto de pertenencia: Según los sociólogos el ser humano tiene algo así como un instinto de pertenecer a una agrupación que de algún modo le dé “satisfacciones”. Al eliminar el sindicato se creyó apropiado reforzar el sentido de pertenencia a la empresa/organización a la que pertenece el trabajador. Por este y otros motivos (aumento de productividad  y competitividad) los expertos en recursos humanos llevaron a incorporar sistemas más participativos, balancear la relación trabajo-vida y desarrollar lo que se llama comúnmente “Company Culture”. Esto requiere a las organizaciones adaptarse, volverse más participativas  e identificar  líderes con desarrollada inteligencia emocional, ética y capacidad de gestión.

5 - Cambiar la cultura sindical: Desde los 80 a hoy los sindicatos trabajan más en base al consenso que en el confronte con el dador de trabajo. La medida de fuerza pasó a ser el último recurso. Como dice Chomsky “el bien propio y no el de los otros es perjudicial”.

En circunstancias humanísticas/sociales ideales no habría necesidad de sindicatos y establecer el balance de poder justo es seguramente un tópico espinoso de cambiar especialmente cuando las asociaciones sindicales tienen tanto o más poder que el gobierno. Siendo un poco maquiavélicos podríamos decir que cada sociedad tiene el sindicato que se merece.