Soñador en su sueño

Hoy se cumplen 34 años del asesinato de John Lennon. Un día como hoy, 08 de diciembre de 1980, el músico perdió la vida al recibir cinco balazos en su cuerpo cuando entrada al edificio Dakota, en Nueva York, donde residía junto a Joko Ono.  Acá dejo una ficción que publiqué en el suplemento Cultura de diario Perfil del domingo 10 de febrero de 2013.
E. Simón


Soñador en su sueño 
Por E. Simón 
El pulso decía que estaba vivo, pero el pronóstico no era para nada alentador. El médico, que hacía unos segundos había bajado de la ambulancia, no dijo nada. Agonizaba John. Tirado en la entrada del edificio Dakota, empezaba a apagarse. La gente no tardó en agolparse en la esquina de Calle 72 y Central Park. En New York, la noche se ponía fría, atribulada, gris.
Sobre una cama barata, en una habitación rudimentaria, un fanático disfruta y tiembla. Has llegado a la cúspide de tu vida, Mark. Terminaste con los días del rockero pacifista.
Pronto llegó la  policía, subieron al músico en la ambulancia y se lo llevaron. Ahí va John Lennon camino al hospital. Sin proponérselo, ese cuerpo casi muerto es el embrión de una leyenda imparable. Los sueños suelen devorarse al soñador. Deberías saberlo, muchacho.
Había nacido un 9 de octubre de 1940. Su padre, Fred Lennon, fue un marino sin suerte. Abandonó a Julia Stanley, la mamá de John, cuando este era apenas un niño. La situación la supera, entonces lo deja a cargo de Mimi, su hermana. Tía Mimi va a cuidarte en adelante, chico.
Es una tarde fría en Inglaterra. Lennon está en casa de su amigo Petter. Tirados, sobre la alfombra del living, escuchan en el combinado un par de discos del padre de Petter. Afuera hay neblina y el aire hiela los huesos. Adentro suena Elvis Presley, Hotel rompecorazones. John queda alelado con esa melodía que se le pega a la piel. El disco da vueltas hasta que llega la noche y los amigos se despiden. Regresa a casa y le pide a Mimi que le compre una guitarra. La guitarra no tardará en llegar. Es el comienzo de un fenómeno infatigable y estruendoso que el mundo conocerá como The Beatles.
El joven Lennon ya tiene veinte años. Toca en la banda The Quarrymen, que más tarde se llamará The Silver Beetles. El nombre definitivo será de The Beatles. Todavía no han llegado los oropeles. Aún falta lo mejor. Vendrán días de fama, noches agitadas, recitales frenéticos y entrevistas en la tele. No faltarán notas en los diarios, radios y revistas del mundo. Serán los “cuatro fantásticos de Liverpool”. Y vos vas a ser uno de ellos, John. El camino se bifurcará en senderos diferentes. Cada cual atenderá su juego. Así ocurren las cosas en la vida. ¿Por qué serías la excepción? ¿Por qué deberías salvarte de lo que viene?
Es la hora de la cena. Mark Chapman está parado cerca de la entrada del edificio. Yoko y John regresan al Dakota. Ella se adelanta. Detrás viene Lennon. Entonces sí, sucede lo que sigue: Señor Lennon, grita Chapman, y dispara con un calibre 38. Una bala falla. Otras dos van a parar a la espalda del rockero y dos más entran por el hombro izquierdo. Él alcanza a subir cinco peldaños. Me dispararon, dice, y se desploma. El conserje del edificio, Jay Hastings, lo abraza y le quita los lentes. La policía no tardará en llegar.
Las radios y los canales de televisión se pusieron en marcha. La metrópoli fue una máquina de machacar. Sabían que todo lo que pudiese relacionarse con el tipo asesinado sería, en adelante, mercancía válida. Los diarios del día siguiente se hicieron eco ocupando las primeras planas con lo sucedido. Corrían los años 80 y el mundo también corría. La venta de discos de The Beatles subió estrepitosamente. Las minifaldas y los pantalones Oxford ya eran pasto viejo para la moda. La canción Imagine se convertía en un himno para toda la civilización. En Latinoamérica empezaban a tambalear las dictaduras. Las fábricas seguían produciendo. El mapamundi seguía partido en dos. Faltaba poco para que nos alcanzara con fiereza esa injusticia abominable a la que llamaron Siglo XXI. Y lo peor: John Lennon había sido asesinado de cuatro balazos.

Publicado en diario Perfil, domingo 10 de febrero de 2013.