Con su visita a China, Cristina La Muchacha Progre consiguió terminar de derribar su imagen pública frente al mundo. Diarios de diferentes países critican a la presidenta por sus posteos desafortunados y su mala utilización del humor. No necesitó desafiar el orden geoestratégico mundial, como correspondería a una progre de su envergadura, le bastó con enviar un tuit desde Pekín. También influyó el Caso Nisman. Confirmado, los chinos remplazan la "r" por la "l". Bienvenida plesidenta.
Ese mensaje en el que se mofó de la incapacidad de los chinos para pronuncian la "r" se viralizó en las redes sociales, inspiró largas notas y artículos de opinión en los diarios más influyentes del planeta y dio pie a incontables reportes de televisión sobre ella y sobre la situación en la Argentina.
El detalle de reírse de sus anfitriones -sobre todo cuando iba a pedir auxilio financiero- quizás hubiera pasado como una anécdota tragicómica si no fuera por el momento en que ocurrió. Como nunca antes, la presidenta argentina acapara las miradas de la opinión pública internacional a raíz de la muerte en circunstancias misteriosas de Alberto Nisman, el fiscal que la acusó de encubrir el atentado contra la AMIA.
El mundo sigue el caso como quien lee una novela de espías o un thriller político. Mientras intenta acomodar la trama, Cristina Kirchner sufre el impacto del caso en su imagen externa.
Esa sensación se filtra en la pila de editoriales y artículos críticos que colecciona desde el 18 de enero en medios de difusión global e ideologías variadas, como The New York Times, The Wall Street Journal, Financial Times, El País, Le Monde, Corriere della Sera, The Guardian, O Globo, New Yorker, The Independent y tantísimos otros, incluso de países en general poco atentos a la actualidad argentina, como Australia o India.
"La imagen de la Presidenta quedó seriamente comprometida. El solo hecho de la muerte de Nisman, justo después de haberla acusado, es serio. Pero que no se haya avanzado en la resolución del hecho y la forma en que Cristina Kirchner manejó la situación agravaron esa percepción", sostuvo Carlos Malamud, investigador principal sobre América latina en el Real Instituto Elcano (RIE), uno de los principales think tanks de España.
En su visión, la percepción sobre la Presidenta en círculos más informados ya estaba dañada a raíz de otras actuaciones -el pacto con Irán, el deterioro de la economía, la tibia reacción ante la masacre de Charlie Hebdo-, pero el caso Nisman alcanzó a un público masivo. "La falta de solidaridad con la familia, las especulaciones en las cartas de Facebook y el uso de la imagen de ella en silla de ruedas hicieron que desde afuera su papel se viera como un mamarracho", añadió.
Después de la conmocionante noticia de la muerte del fiscal, los titulares reflejaron los movimientos del Gobierno y sus repetidos deslices
La mirada negativa se extiende al país y a sus instituciones, destacó Hildegard Stausberg, doctora en ciencias políticas y analista latinoamericana del diario alemán Die Welt. "Hay muchísimas especulaciones (sobre cómo murió Nisman), pero ya ahora todo lo que está pasando demuestra que la imagen de la Argentina como un país democrático o responsable está sufriendo muchísimo. Es un golpe que se puede comparar con pocas cosas en la Argentina. La reacción de la Presidenta y los detalles que se van conociendo son brutales. Sobre todo cuando se tiene en cuenta que la Argentina investiga un atentado desde hace 20 años sin resultados."
Esa debilidad institucional a la que alude "era conocida desde hace tiempo, pero ahora se ve internacionalmente el proceso dramático en el que está el país". La repercusión mundial del caso Nisman siguió una lógica de episodios. Después de la conmocionante noticia de la muerte del fiscal, los titulares reflejaron los movimientos del Gobierno y sus repetidos deslices.
La semana que pasó, la aparición del borrador -luego desechado- en el que Nisman pedía la detención de la Presidenta alcanzó, por ejemplo, la tapa de The New York Times. Potenció el impacto la desmentida fallida del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich , que incluyó la ceremonia de destrozo de una edición de Clarín.
Financial Times interpretó ese hecho como otra sombra de sospecha sobre la actuación presidencial. "Nadie sugiere que Fernández de Kirchner haya orquestado la muerte de Nisman, pero la forma de actuar de su gobierno indica que está asustado y que quizás también esconda algo", escribió el editor John Paul Rathbone.
En las semanas previas, la salida del país de Damián Pachter, el periodista que dio la primicia de la muerte de Nisman, también se convirtió en tema de primera plana (El País, en Madrid; Haaretz, en Tel Aviv, por ejemplo). No tanto por el peligro que dijo sentir, sino por la forma en que el Gobierno reveló el supuesto destino de su huida.