Por Roberto Ferraris
desde Inglaterra
Hay un dicho en Italia que dice “piensa mal y adivinarás” pero uno nunca sabe cuánto mal uno debe aventurarse en la imaginación para poder llegar a acercarse a la verdad. Son muchas las hipótesis en el caso de la muerte de Nisman y los móviles pueden entenderse ya sea como un mecanismo para permitir permanecer en el poder más tiempo al actual gobierno como también un golpe de gracia para hacerle perder la popularidad necesaria para ser relegido.
Lo cierto es que este fiscal judío que manejaba una causa de terrorismo contra judíos quizás fue visto como un cordero sacrificable para soportar una causa “superior”, esto a los ojos de alguien que enarbola el emblema del “el fin justica los medios”. Como mi misión no es juzgar y además por el momento parece que no existen evidencias para soportar ninguna posición, relataré brevemente algunos detalles de una muerte que hizo cambiar el panorama político italiano de los años 70 y que está llena de aspectos maquiavélicos.
El 16 marzo de 1978, el primer mandatario italiano Aldo Moro se dirigía al parlamento para inaugurar su nuevo gobierno de coalición histórico. Su partido, la democracia cristiana se aliaba al partido comunista italiano que había obtenido el 35% de los votos en las últimas elecciones, cosa que representa aun el día de hoy el pico histórico del comunismo para cualquier país europeo en democracia. El vehículo de Moro fue interceptado por un grupo comando de las “Brigadas Rojas” que luego de asesinar a 5 de los miembros de la custodia lo secuestraron. Moro fue interrogado en una habitación oculta por 55 días hasta finalmente ser asesinado a balazos y dejado en el baúl de una renoleta en una calle de Roma.
Hoy sabemos por declaraciones de Steve Pieczenik, enviado de la secretaria de estado de EEUU para colaborar en la gestión del secuestro de Moro, que a puertas cerradas se decidió junto a Cossiga y otros miembros del gobierno italiano que si la situación se manejaba en modo tal que Moro fuera asesinado, el partido comunista se volvería impopular y la idea de un gobierno de coalición sería parte de la historia pasada. Aldo Moro era un personaje muy querido por el pueblo italiano pero considerado blando o muy a la izquierda por los grupos de ultra derecha. Más detalles de como se manejó la situación se cuentan en el libro de Emmanuel Amara “Hemos asesinado Aldo Moro”.
Lo cierto es que luego de la muerte de Moro los votos del partido comunista fueron en rápido declino y la familia de Aldo Moro se enemisto con Cossiga y otros miembros del gobierno que manejaron la situación.
Además de la manipulación de la situación, también hubo grupos de ultra derecha que financiaron y dieron soporte a las Brigadas Rojas como el famoso grupo masónico ya desmantelado llamado P2 que contaba con algunos miembros “ilustres” como el “Fratello 1816” Silvio Berlusconi, los argentinos como Josè Lopez Rega, Emilio Eduardo Massera y José María Villone. Además del soporte del P2, la brigadas rojas estaban infiltradas por miembros del servicio secreto y colaboraba de cerca con la mafia.
Esperemos tener certezas de lo que realmente pasó con Nisman y que no sea uno más de los casos impunes de la triste historia Argentina.